En una mano, el anillo que le quise regalar y que ella rechazó, la gota que colmó el vaso, en la otra, la pistola, mi única salvación.
Llevo toda mi maldita vida aporreando las puertas del amor, viendo cómo los demás podían entrar y yo me quedaba fuera, enloqueciendo, y muriendo por dentro. Las puertas que al principio eran doradas y cálidas, se fueron haciendo oscuras y frías, hasta convertirse en una droga que me mataba por dentro lenta y dolorosamente.
Una pistola, una bala, mi vía de escape, tan sólo tengo que apretar el gatillo, ya está, oigo la detonación, voy viendo mi triste vida pasar mientras el frío metal me va agujereando la cabeza. Mi última visión: la chica a la que amé con locura,por quien morí, salpicada por mis sesos y mi sangre. Y después, el eterno reposo de la muerte, mi única vía de escape...
(texto desconocido)
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